La luz opaca del invierno comienza a agonizar sobre el horizonte de la Ciudad de la Paz.
Las enormes farolas de neón derraman sobre las antiguas murallas su color cetrino, y un hermoso claro- oscuro va des dibujando la semiesfera de la Mesquita de Omar, las torres de las iglesias cristianas y los puntiagudos minaretes rematados por la media luna.
De pronto, y como en un arrebato de locura, los minaretes aliados de las mesquitas milenarias, comienzan a vomitar plegarias y oraciones que brotan de todos lados. Los campanarios también echan al vuelos las campanas y por un momento que no alcanzo a calcular todo es caos, confusión y sonidos discordes.
Luego viene el silencio, la ciudad eterna retorna a su habitual calma. Ya es de noche.
La mañana nos sorprende en la parte mas alta del monte del escandalo,frente al de lo olivos.
La visión nos asombra, estamos contemplando la ciudad de David, la de las mil guerras, la cuna de las tres grandes religiones monoteístas del mundo, la ciudad testigo de los grandes acontecimientos del Pueblo elegido, la que vio transitar por sus pequeñas calles borradas por el tiempo y el odio a un hombre que arrastraba una cruz.
Había admiración,alegría, sentimientos encontrados. Muchas preguntas que requerían respuestas verdaderas.
De repente como una ráfaga certera, una pregunta me hace aterrizar de emergencia: ¿Que se busca hoy en los lugares santos después de mas de dos mil años?.
¿Que se puede encontrar en ellos?
Buena pregunta, respondería el político de turno. Pues bien, a esta pregunta quiero responder. No sera una guia de tierra santa, pues hay muchas y muy buenas.
Solo serán unas sencillas reflexiones que han venido brotando y tomando cuerpo de la mano de los soldados de Colombia, aprestados en las cálidas arenas de la península del sinai, estos soldados que hoy son la razón de mi ministerio sacerdotal y quienes me han enseñado con su sencillez y valor a escuchar al maestro arriba en la montaña.
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