El autor del libro de Job, seguramente un sabio del siglo IV (AC) se asombra del sufrimiento y dolor del hombre y trata de dar respuesta desde la incipiente y precaria teología de Israel.
También el autor o autores de los salmos cantan en muchos de ellos, con voz desgarradora el porqué del sufrimiento y el dolor.
Siglos después en los polvorientos caminos, en sus aldeas, desiertos y valles de Israel, la gente busca el consuelo del nuevo profeta de origen galileo.
Lo que nos narra el evangelio es iluminador; hasta el acude gente de toda condición: endemoniados, enfermos, poseídos, pecadores, dirigentes, curiosos.
Todos tienen algo en común: el sufrimiento y el dolor.
Todos lo buscan, para dar alivio al dolor y al sufrimiento.
Los hombres y mujeres de todos los tiempos, han buscado afanosamente la respuesta a sus grandes interrogantes.
Nace la filosofía y las ciencias y la búsqueda es cada vez más intensa y angustiosa. Cada época tiene desde entonces sus afanes. El medioevo con su teocentrismo; la modernidad que con la duda metódica de Descartes inicia el periodo de la idolatría de la razón.
Llegan luego los motores de búsqueda del ciberespacio y nos encontramos llenos de contenidos, e información pero la sed de respuestas a los interrogantes del ser humano siguen esperando.
La decepción se apodera de muchos, y se inaugura la cultura de la desesperanza. No hay credibilidad, y no escapan a está las instituciones, la política, la iglesia, la economía etc.
Pero desde hace 2000 años, la iglesia entre luces y sombras, le ha gritado y señalado al mundo que tiene la respuesta.
JESÚS DE NAZARET, el hijo de Dios, el enviado del padre, sigue siendo la respuesta de Dios para el hombre de todos los tiempos y todas las épocas. En su encarnación asume la condición de hombre, en su muerte carga nuestras culpas y delitos, y en su resurrección nos da nueva vida.
Esta es la gran noticia de los cristianos para el mundo de hoy, esta es la gran tarea de la Comunidad de creyentes del tercer milenio: presentar a Jesús como el único que da respuestas satisfactorias a nuestros interrogantes.
Presentar una fe creíble y entusiasta, capaz de transformar las estructuras de incredulidad y desesperanza que se han apoderado de todos, es desde San Pablo una tarea ineludible de la comunidad cristiana. Es poder proclamar con el evangelio de este domingo: SEÑOR TODO EL MUNDO TE BUSCA.
Arauca, 5 de febrero de 2012.
Quinto domingo del tiempo ordinario.
P. Luis Fernando Franco.
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