martes, 31 de mayo de 2011

EL MIEDO A ESTAR SOLOS.

Pintura en la cúpula de la capilla Ortodoxa Rusa de la Ascensión, Monte de los Olivos.

Desde lo alto del monte de los olivos, la ciudad santa se nos da en todo su esplendor.
Allí el autor de los Hechos de los apóstoles nos narra lo ocurrido el día que Jesús sube al cielo.
 Los frondosos olivos tachonan la cima del monte, y el monasterio Ortodoxo Ruso  que hoy se puede visitar, recuerda el suceso.
El interior de la capilla bellamente decorada con iconos rusos, e impecable aseo, invitan al recogimiento y la oración.
Después de la resurrección el maestro da orientaciones claras, a quienes deja al frente de la incipiente comunidad. Pero no todo es claro. Esta Pedro que hace poco lo había negado, los demás habían huido por miedo a los judíos, en manos que quienes entonces queda la Iglesia?
Es un pequeño grupo de hombres temeros y llenos de incertidumbres.
Tienen miedo porque no hay certezas para creer, hay miedos porque no hay seguridades en quien afincar la vida. Porque todo parece indicar que se quedan solos.
La Iglesia hoy como ayer, cuenta con esa gran dosis de humanidad, y la Iglesia crece también hoy, en medio de la infidelidad de muchos de sus ministros, y la falta de testimonio de no pocos cristianos.
La fe como el pequeño grano de mostaza va alzándose silencioso y humilde, incluso en medio de las sombras y tachones de quienes hoy tenemos la responsabilidad de su dirección.
Solo la fuerza del Espíritu Santo prometido por el maestro transformará nuestra pobre debilidad en fortaleza.
El espíritu de la verdad podrá ayudarnos a dar razón de nuestra esperanza, cambiando nuestros miedos y miserias.
La fuerza del paráclito pondrá en desbandada, todo aquello que en nosotros se opone al querer de Dios.
No estamos solo en esta tarea, Jesús por medio de su espíritu, sigue sosteniendo y guiando.

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