Orilla mar de Galilea. |
Sobre sus aguas, nos narra el evangelio, Jesús se dirige a sus discípulos caminando sobre sus aguas. Era de madrugada y el viento arreciaba sobre la frágil embarcación. El fenómeno además de estraño causa miedo e incertidumbre.
La vida muchas veces frágil y débil se debate en medio de incertidumbres y miedos. Los vientos fuertes, esos obstáculos casi insalvables nos hacen perder el rumbo, y en muchas otras oportunidades naufragar y hundirnos.
Es cuando incluso no percibimos a Dios por ningún lado, o simplemente nos aferramos a las caricaturas que nos ofrece el mercado religioso actual.
Quien podrá salvarnos?
Pedro acude a Jesús, le pide llegar a el, pero le falta fe.
Busca a Jesús pero duda, tiene fe, pero le falta aquilozarla, hacerla fuerte.
La vida no siempre es fácil, a veces sentimos que no damos mas, hemos fracazado en el matrimonio, los negocios no prosperan, la enfermedad toca a nuestra puerta, perdemos a quien amábamos, y sentimos la fuerza despiadada del dolor y la desesperanza.
Y es precisamente allí es donde llega Jesús y extiende su mano. Es ahora cuando se muestra como lo que realmente es: tiende la mano de amigo, de hermano, de padre, de Dios, y se coloca a nuestro lado y destruye nuestros miedos y fracasos.
Basta que confiemos en El, que derribemos el miedo que nos petrifica para poder reconocerlo, caminando a nuestro lado, y agarrarnos de su mano como niños y esperar con tranquilidad que amanezca y que las tormentas cesen.
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