jueves, 13 de octubre de 2011

TI CLAUDIUS CAESAR AUG PM TRUNPH

DAD AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR, Y DAD A DIOS LO QUE ES DE DIOS.. Mt. 22,15-22



Todavía hoy se encuentran en las tiendas de antiguedades de la vieja ciudad de Jerusalén, monedas acuñadas en distintas épocas, con inscripciones como la que hoy me sirve de titulo a este pequeño comentario, muy probablemente dicen los estudiosos, fue una de estas monedas, la presentada a Jesús por sus adversarios, con el animo de hacerlo caer en una controversia contra la "PAX ROMANA"

Pera Jesús la dificultad no radica en saber si se paga o no el impuesto a la potencia extranjera.
Para El lo mas importante era saber identificar de quien era el rostro, saber cual era su identidad.

El cesar era la autoridad civil, humana. No era un dios. Roma hacia de sus gobernantes otros dioses a quienes había incluso que ofrecer sacrificios.

Saber dar a Dios, es saber identificar su rostro, reconociendo lo que es y significa. Reconocer su grandeza, leer en la naturaleza y en las personas su identidad y su nombre. Darle lo que El se merece de nosotros, ya que somos sus hijos, y aceptando la salvación que nos da en su hijo Jesús

Estamos hoy en un proceso electoral en nuestro país, para elegir nuestros gobernantes, y al rededor de todas sus campañas electorales, los candidatos aparecen siempre con una identidad que no es la suya. Candidatos que se ufanan de venir de abajo, promesas paradisiacas donde el mal desaparecerá, promesas que no obedecen a la realidad, y que nunca apuntan a lo básico,

Los discípulos de Jesús tenemos que saber identificar esos rostros, esas campañas, esos ladrones de cuello blanco que durante años han saqueado el erario público, y que han construido administraciones en función de intereses egoístas y del bolsillo propio.

Esos rostros hay que saberlos identificar para no darles el apoyo y sancionarlos socialmente con la indiferencia.

Quizás algún día cuando de verdad vivamos la novedad de esta Palabra podamos darle a los buenos gobernantes el apoyo que requieren, sin distingos de colores y partidos, y marginar aquellos que pretenden ser dioses y que demandan sacrificios y reverencias de nuestra parte.

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