sábado, 18 de febrero de 2012

LO QUE PUEDE HACER LA FE.



NUNCA HABÍAMOS COSAS SEMEJANTES”
A lo largo de los años el estudio bíblico de los milagros de Jesús, ha dado pie a las más diversas interpretaciones, y ha “financiado” muchas posturas espirituales.
Una lectura literal e ingenua de los hechos milagrosos del maestro de Galilea, abrió paso a una visión mágica y milagrera de Jesús, que poco aporto a una autentica vivencia de la fe y que además introdujo consigo elementos religiosos de otras culturas como la africana y la indígena, en nuestro caso.
Luego en una época donde la razón se abrió paso como ama y señora, el saber teológico y bíblico también recibió su influencia, y de una visión ingenua se pasó a querer explicarlo todo a la luz de la razón. Apoyados por los nuevos saberes especialmente la Psicología y la Siquiatría, se explicaron las enfermedades, las posesiones diabólicas y demás patologías que da cuenta las narraciones evangélicas.
Los milagros de Jesús son manifestaciones de su poder, son la mano tendida de Dios que se compadece del sufrimiento humano, y que quiere nuestra salvación integral.
Los milagros son la respuesta de Dios a quien confía y espera en contra de toda esperanza. La fe es la capacidad que tenemos de derribar todos aquellos obstáculos que impiden acercarnos a Jesús.
El milagro es un acto de fe, para quien confía y sabe que nuestro Padre no nos dará una serpiente, cuando le hemos rogado por un pedazo de pan.
Milagro que supone la fe, y la fe que nos eleva por encima de nuestras limitaciones, porque sabemos en quien hemos puesto nuestra esperanza.
La fe que es capaz de derribar los muros de la cárcel donde estamos presos del pesimismo y condenados por nuestros odios.
La fe que nos levanta de tantas postraciones, y nos impulsa a “cargar nuestras camillas” de limitaciones humanas, y lagunas afectivas que nos impiden amar de verdad.
La fe que atraviesa las selvas y está por encima de las cadenas al cuello de nuestros soldados, policías y civiles secuestrados; pero que a nosotros también nos hace libres de nuestras ataduras.
La fe que mueve a tantos hermanos y hermanas a llevar sobre sus hombros las debilidades de los más pequeños y a sostener a quienes no pueden defenderse y están condenados por la sociedad.
La fe que supone el milagro; porque donde se reconoce la presencia de Jesús, hasta los paralíticos tiene la posibilidad de poder andar, los ciegos poder para  ver, y los pecadores sentir la gracia de la liberación.

Séptimo domingo del tiempo ordinario
Arauca, 19 de febrero de 2012.

jueves, 9 de febrero de 2012

"NO SE ACEPTAN NI MUJERES, NI PERROS"



"Quiero: queda limpio" Mc.1,41.
Corría el año de 1864 y debido al incremento de los enfermos de lepra, se crea en Colombia el Lazareto de Agua de Dios.
Hasta allí llegaron todos aquellos que luego de ser denunciados, incluso por su misma familia, eran obligados a vivir aislados y confinados en la famosa “CIUDAD DEL DOLOR”. Los enfermos fuera de sufrir  por culpa de la  enfermedad del bacilo de Hansen, enfrentaban algo más doloroso y cruel: la exclusión y estigmatización de su familia y de la sociedad.
Pero esta parte triste de nuestra historia nacional, no es única.
Hoy en Colombia se siguen tejiendo “obras maestras” de marginación y exclusión.
Grupos sociales entre ellos los afro descendientes,  siguen siendo  mirados con recelo, e incluso hemos creado un juego de palabras para referirnos a ellos, y a sus características particulares.
Los homofóbicos están de moda y señalan con rabia y desprecio a quienes presentan tendencias sexuales distintas, amparados en  la ignorancia o en una moral casuística y poco caritativa.
A los enfermos de sida se les arrincona como verdaderos leprosos del siglo XXI.
Pero todavía hay exclusiones más imperceptibles. Aquellas que impone nuestro sistema basado en el lucro y el tener. En donde muchos  jóvenes no pueden tener acceso a una educación  superior.
Donde el derecho a una buena atención de salud es privilegio de unos pocos.
 Donde se arrasan paraísos ecológicos en nombre del desarrollo y donde el bien particular está por encima del bien común.
Donde a la mujer se le considera  solo vitrina para vender y su trabajo no se le remunera justamente.
En tiempo de Jesús no era distinto. Los leprosos, los niños, los extranjeros, las mujeres no tenían cabida en la vida de Israel.
El mundo era de unos pocos y los demás no existían. Pero siempre existen valientes: hombres y mujeres que rompen paradigmas y a pesar de lo que puedan decir o pensar se arriesgan a ser distintos.
El leproso del evangelio sabe que no debe acercarse a los sanos, hay normas claras y no se puede ir contra las  ya establecidas, y más si vienen de Dios. Sin embargo asume una actitud distinta. Se arrodilla frente a Jesús y le habla.
Si tú quieres puedes curarme……….y se hace el milagro.
El que había sido excluido de la vida social y religiosa encuentra quien le restituye su dignidad perdida. Toma la iniciativa y se revela a seguir siendo de los otros, y Jesús le devuelve, lo que sus hermanos le habían arrebatado.
A los discípulos de Jesús nos toca seguir las huellas del maestro.
Inmersos en una cultura que excluye y estigmatiza, reconocer los leprosos modernos y luchar por sus reivindicaciones es una tarea apremiante que no tiene espera.
 Acompañar como Iglesia aquellos grupos y personas, que por su condición son excluidos es un deber evangélico. Tender la mano como Jesús a todos aquellos que por su condición son  rechazados, es un acto sublime de caridad, en una cultura que privilegia los “normales “ y  desecha a quienes no cuadran en sus moldes .
Nota: el título de esta reflexión corresponde a un letrero en la entrada de una mezquita en el Cairo.
Domingo quinto del tiempo ordinario. 
Arauca, Enero 12 de 2012.
P. Luis Fernando Franco O.

jueves, 2 de febrero de 2012

¿DONDE ESTA NUESTRA ESPERANZA?



El autor del libro de Job, seguramente un sabio del siglo IV (AC) se asombra del sufrimiento y dolor  del hombre y trata de dar respuesta desde la incipiente y precaria teología de Israel.
También el autor o autores de los salmos cantan en muchos de ellos, con voz desgarradora el porqué del sufrimiento y el dolor. 
Siglos después en los polvorientos caminos, en sus aldeas, desiertos y valles de Israel, la gente busca el consuelo del nuevo profeta de origen galileo.
Lo que nos narra el evangelio es iluminador; hasta el acude gente de toda condición: endemoniados, enfermos, poseídos, pecadores, dirigentes, curiosos.
 Todos tienen algo en común: el sufrimiento y el dolor.
Todos lo buscan, para dar alivio al dolor y  al sufrimiento.
Los hombres y mujeres de todos los tiempos, han buscado afanosamente la respuesta a sus grandes interrogantes.
 Nace la filosofía y las ciencias y la búsqueda es cada vez más intensa y angustiosa. Cada época tiene desde entonces sus afanes.  El medioevo con su teocentrismo; la modernidad que con la duda metódica de Descartes  inicia el periodo de la idolatría de la razón.
Llegan luego los motores de búsqueda del ciberespacio y nos encontramos llenos de contenidos, e información pero la sed de respuestas a los interrogantes del ser humano siguen esperando.
La decepción se apodera de muchos, y se inaugura la cultura de la desesperanza. No hay credibilidad, y no escapan a está  las instituciones, la política, la iglesia, la economía etc.
Pero desde hace 2000 años, la iglesia entre luces y sombras, le ha gritado y señalado al mundo que tiene la respuesta.
JESÚS DE NAZARET, el hijo de Dios, el enviado del padre, sigue siendo la respuesta de Dios para el hombre de todos los tiempos y todas las épocas. En su encarnación asume la condición de hombre, en su muerte carga nuestras culpas y delitos, y en su resurrección nos da nueva vida.
Esta es la gran noticia de los cristianos para el mundo de hoy, esta es la gran tarea de la Comunidad de creyentes del tercer milenio: presentar  a Jesús como el único que da respuestas satisfactorias a nuestros interrogantes.
 Presentar una fe creíble y entusiasta, capaz de transformar las estructuras de incredulidad y desesperanza  que se han apoderado de todos, es desde San Pablo una tarea ineludible de la comunidad cristiana. Es poder proclamar con el evangelio de  este domingo: SEÑOR TODO EL MUNDO TE BUSCA.
Arauca,  5 de febrero de 2012.
Quinto domingo del tiempo ordinario.
P. Luis Fernando Franco.