viernes, 27 de enero de 2012

LA ADMIRACION: RECURSO EN VIA DE EXTINCION.



Acostumbrados como estamos a un mundo tecnológico en continuo movimiento y crecimiento, pasamos desapercibidos momentos y situaciones  que  en otro tiempo fueron motivo  de inspiración.
Nos volvimos miopes para ver y percibir las “pequeñas-grandes cosas” que nos rodean.
Hemos perdido la capacidad de admirar la naturaleza y sus mecanismos para generar la vida. La fotografía de alta gama nos  impide ver y contemplar de primera mano, en vivo y en directo, un hermoso  amanecer o un atardecer pintado de mil colores.
La luna asomándose por entre las montañas, el arco iris, una hermosa orquídea o una simple mariposa no  nos dicen nada.
El asombro  dejo su espacio a la rutina y lo aburrido, y por eso hay más caras largas que sonrisas, más líneas en la cara y arrugas en los rostros, que cejas arqueadas y ojos desorbitados.
Los discípulos de Jesús se dejaron sorprender por la novedad de su maestro. Muchos profetas y predicadores desfilaron a lo largo de la historia de Israel. Muchos líderes inconformes ante la potencia romana que murieron en su ley.
Pero el maestro tiene Palabras que sorprenden; es distinto a los escribas del momento. En sus Palabras y en sus gestos se vislumbra algo nuevo y distinto.
El rostro amoroso del Padre se asoma en toda su realidad,  mostrándonos a un padre que cuida de sus hijos, especialmente de los pobres  y  enfermos,  los excluidos y los pecadores, los niños y las mujeres.
 Su autoridad no radica en su capacidad financiera para pagar una buena campaña publicitaria, ni en cuñas en los medios masivos de comunicación.
No tiene conexiones ni roscas que hagas más fácil y rentable su misión, y en su “programa de gobierno” no hay cabida para carruseles y contratos.
Su autoridad brota de la obediencia. Su deleite es hacer la voluntad de quien lo envía.
Dejarse sorprender por su Palabra, es sin lugar a dudas la tarea de todo cristiano, pero ante todo es dejar que esa palabra actué y nos levante de nuestras situaciones de pecado. Dejar que ella expulse de nosotros tantas fuerzas “demoniacas” que nos mantienen atados y nos impiden avanzar; es permitir que la Palabra nos sorprenda y cumpla en nosotros el milagro  de la nueva  encarnación.
En un mundo escaso de sonrisas y abundante en rostros mustios, la señal por la que conocerán que somos  sus discípulos, es porque la Palabra del maestro enciende en nosotros una sonrisa que ilumina el mundo que muere de tedio.
Arauca, enero 29 de 2012.
Domingo cuarto del tiempo ordinario.
P. Fernando Franco.

jueves, 19 de enero de 2012

LAS VOCES QUE QUIEREN CALLAR


Todos hemos vivido momentos de angustia y tensión.
Emprendemos una tarea, nos empeñamos en sacar adelante un proyecto, nos hacemos buenos propósitos, le ofrecemos a Dios muchas cosas, y de repente aparecen los obstáculos, grandes o pequeños, que a la final frenan, paralizan y enfrían nuestros buenos propósitos.
Para los discípulos de Juan, e incluso para Jesús, la noticia del arresto y posterior asesinato  de Juan Bautista, el profeta precursor, significo un momento difícil y de gran tensión.
Momentos como este, y otros no menos fuertes, vivieron, viven y vivirían los discípulos del maestro.
La historia de la Iglesia ha estado siempre tejida con sangre y sufrimiento. Represión, intolerancia, indiferencia de las autoridades; sin embargo es en esos momentos donde la fe y la iglesia han  salido más fortalecidas, rozagantes  y renovadas.
Ni las fieras hambrientas de los circos romanos, ni la cárcel y el destierro de la edad media a tantas y tanto buenos cristianos. Ni la brutalidad de los sistemas totalitarios, ni la represión de los países árabes, ni las difamaciones y montajes publicitarios y cinematográficos de los últimos años, han sido causa  y excusa para que muchos buenos cristianos dejen de creer, y pierdan la esperanza.
Hoy como Juan, los discípulos y los primeros cristianos, los mártires del siglo XXI, siguen apostando por el evangelio de la vida.
Las Iglesias Maronita y Melquita de Egipto y  Beirut se resisten al exterminio impuesto por los hijos de Mahoma y resisten en medio de las más grandes represiones.
Los cristianos católicos de Alejandría, el Cairo y Estambul siguen firmes en la fe, ante las bombas y atentados a sus iglesias y centros educativos.
Los cristianos de Jerusalén y Tel-Aviv siguen siendo testimonio de fidelidad en medio del acoso de los judíos ortodoxos.
En Guinea, el Congo, Sudan, Saigón (Vietnam)… y también aquí, muchos a pesar de lo difícil del momento, siguen aferrados a la fe en Jesús, que ni la misma muerte les puede arrebatar.
Los cristianos de hoy tenemos que seguir adelante mirando con optimismo el futuro, que no es otra cosa que la concreción del reino de Dios en medio del mundo, que incluso puede parecer ante nuestros ojos imperceptible, silencioso, callado, pero por eso no menos real y verdadero; apostando siempre ´por el triunfo del bien, así parezca absurda utopía.
Los cristianos somos la sal de la alegría y la esperanza que hoy necesita el mundo, incluso en medio del miedo humano, y el fracaso del momento.
 Así  a Juan, a Pedro, a  José, o algunos de los nuestros los hagan callar, los metan a la cárcel o les impidan ser la voz de los que no pueden gritar.
Domingo 22 de enero de 2012. Arauca.
Reflexion ante la tumba de Monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve
Asesinado el 2 de Octubre de 1989 en la ciudad de Arauca por los terroristas del ELN, en un intento de callar su voz.
En Colombia en el último decenio han sido asesinados 2 Obispos, 49 sacerdotes, 5 religiosas, 2 misioneros, un seminarista y 133 pastores evangélicos

sábado, 14 de enero de 2012

LOS ENCUENTROS QUE CAMBIAN LA VIDA.



Aquella tarde serena, a orillas del Jordán, Juan que  caminaba con sus discípulos,  al ver a Jesús que pasa le reconoce como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, título que nos remite al fin último de su misión: ser cordero sacrificado por el pecado del mundo.
Este encuentro cambia radicalmente la vida de Juan. Sus discípulos le “abandonan” por aquel a quien no merecía desatar sus sandalias, y  le clarifica su misión: disminuir para que El crezca.
En el otro plano, el encuentro de Jesús con sus discípulos, motivado por las palabras de juan, y el encuentro de Pedro, los encamina a una vida nueva.
La vida nos ha brindado muchas ocasiones en donde encontrar a Jesús, nos ha llevado a un cambio radical, manera de pensar, e incluso a cambiar la visión de nuestras relaciones.
De niños nuestro primer encuentro con Jesús tuvo su inicio al interior de nuestro hogar: sencillas oraciones, devociones familiares, tiempos como navidad y semana santa marcaron el inicio de la fe.
Vino la primera comunión, la confirmación y el encuentro con la fe de la comunidad parroquial nos ayudó a crecer como discípulos del Señor. Este encuentro lo vivimos con mucha emoción, pero muchos no volvimos a la parroquia y aquel momento pasó de largo.
Llegó la adolescencia y ensayábamos a ser adultos. La rebeldía y los cuestionamientos se hicieron cotidianos. El encuentro con Jesús no tenía lugar en nuestra agitada vida, y solo algunos amigos, escasos por cierto, se aventuraban a la vida religiosa o a la vida sacerdotal.
La calma llegó con la vida adulta y alguien, en algún momento, en una serena tarde nos mostró a Jesús. Lo conocíamos, habíamos oído hablar de Él, pero aquel sencillo encuentro marco el inicio de una nueva relación. Lo reconocimos en aquellos encuentros del pasado y del presente, y desde entonces la historia de nuestra vida está marcada y tiene el sello de la fe.
Sabemos que permanecer a su lado no siempre es fácil. La desesperanza golpea muchas veces  nuestra puerta, la fe se enfría por momentos, perdemos el entusiasmo mañanero,  e incluso muchos nos dicen que son meros cuentos de curas. Pero pese a todo, y a lo demás, lo hemos sentido y su presencia ha iluminado momentos de dificultad. Desde entonces ignorar su presencia, sería como negar nuestra existencia.
Arauca, Brigada decima octava.
Domingo 15 de enero de 2012.

jueves, 5 de enero de 2012

LA BUSQUEDA SINCERA DE DIOS



AL VER LA ESTRELLA SE LLENARON DE UNA INMENSA ALEGRÍA. ENTRARON EN LA CASA, VIERON AL NIÑO CON SU MADRE, MARÍA Y POSTRADOS LE ADORARON….” MT.2. 10,11

La búsqueda de Dios, ha pasado por distintas etapas.
En un inicio ya lejano, se intuyó a Dios, en las fuerzas extrañas y desconocidas de la naturaleza, en los fenómenos naturales que desbordaban el conocimiento primigenio. Se adoró el sol, la luna, la lluvia, el arco iris. Era la época donde se intuía Dios en lo desconocido e incomprensible.

Luego Dios se mete en la historia y se hace un pueblo. Le da leyes y normas, camina a su lado y escribe su historia en los patriarcas, profetas, jueces y  reyes.
Pero llega el momento culmen,  no contento con lo que ha hecho, se encarna en una joven campesina de Nazaret y toma la forma de niño débil.
Los humildes pastores supieron la noticia y constataron con sus propios ojos lo que les contaron los ángeles.
Pero la búsqueda no terminaba y en lejanas tierras, unos estudiosos de los astros vieron la señal de una estrella y leyeron en ella la manifestación de Dios para toda la humanidad. Dios se mostraba no solo a un pueblo. Todos estábamos  llamados  a la salvación.
Aquellos sabios iniciaron entonces una larga travesía hasta que la señal de la estrella se posó encima de donde estaba el niño. El relato evangélico termina contando que de rodillas volcaron sus tesoros y lo adoraron.
Para muchos hoy, la búsqueda de Dios continua. Búsqueda que resulta sana y entendible siempre y cuando haga crecer la fe, fortalecer la esperanza y ensanchar el amor.
Muchos han transitado este camino y han salido victoriosos.
 A estos la estrella también se les oculto por momentos y la noche oscura de la fe fue intensa e interminable, pero perseveraron en la búsqueda y al final, postrados de rodillas como los sabios de oriente adoraron al verdadero Dios.
Otros en cambio iniciaron la búsqueda desde la arrogancia. Transitaron caminos y se deleitaron con falsas doctrinas. Se alimentaron de odios y alimentaron juicios salidos del contexto histórico. Llamaron a juicio a la Iglesia, la jerarquía, criticaron, descalificaron, quisieron una iglesia a la medida de sus necesidades. La estrella se les extravió y su búsqueda termino en la sinrazón.
Hoy como ayer, sabemos que buscar, preguntar, indagar, pedir razones, es una manera de encontrar y reconocer a Dios.
Solo basta una buena dosis de humildad, acompañada de una búsqueda sincera, y sobre todo saber leer en los acontecimientos cotidianos los resplandores de la gloria de Dios.
Fiesta de la Epifanía o manifestación de Dios.
Titiribí, Enero 8 de 2012